Desde el propio inicio del proceso bolivariano, cuando en 1998 el Presidente Hugo Chávez asumiera por elección popular la conducción del país, Venezuela ha sido objeto del ataque continuo para producir desestabilización y lograr a un cambio de gobierno que nunca lograron conquistar por vía electoral, propiciado desde Washington en asociación con sectores de la oligarquía nacional. Este ha sido un proceso continuo, sobre todo con la utilización del poder de la hegemonía mediática de las grandes corporaciones transnacionales, abastecidas por el sistema de medios local propiedad de los factores de oposición, que han generado sistemáticamente desinformación y matrices de opinión de demonización y desprestigio del proceso bolivariano y de sus principales dirigentes. La intensidad del conflicto en estos casi 17 años ha sido variable. Tuvo notables incrementos en 2002 y 2003 cuando se intentaron un Golpe de Estado y un “Golpe petrolero” y en 2007 cuando se intensificaron las “protestas” caracterizadas por las “guarimbas”2que había tenido en los años anteriores.
La última etapa del proceso El 12 de febrero de 2014 Venezuela festejó el Día de la Juventud. Ese mismo día fue el elegido por la extrema derecha de oposición para comenzar un movimiento de calle contario al gobierno que bautizó como “La Salida”. En Caracas, además de una manifestación de unos dos mil estudiantes de las universidades privadas, entraron en acción comandos entrenados en agitación civil que destruyeron edificios públicos, atacaron a las fuerzas de vigilancia y comenzaron una serie de hechos de violencia que se han continuado en todo el país. Junto a verdaderas manifestaciones aisladas de estudiantes, estas acciones se llevan a cabo por grupos pequeños que provocan guarimbas, destrozos en instituciones y servicios del estado (quema de vehículos, estragos de instalaciones, etc.), actuando cada vez más clandestinamente, desplazando sus acciones a las noches y madrugadas en la medida que las fuerzas policiales han ido deteniendo a los que actúan a la luz del día. Este ha sido el “estado de agitación” que viene viviendo Venezuela, producido por hechos puntuales de violencia, con el agravante que en el Estado fronterizo de Táchira esos actos de violencia han tenido desde el principio un más alto nivel, producidos por elementos paramilitares armados y apoyados por alcaldes electos de oposición.
En un artículo anterior analizamos las características de esa “violencia civil” aplicada a Venezuela
realizados en forma de comando por grupos de 10 a 15 personas enmascaradas y , al haber ido perdiendo la oposición la presencia masiva en las calles y mostramos como a) Responde a una táctica de “focos” puntuales bien entrenadas b) Responde a una estrategia de ubicación geográfica c) Dispone de un compleja logística de transporte, comunicaciones e infraestructura d) Cuenta con una importante financiación que sustenta esa logística y cubre el pago a aquellos que participan en los eventos violentos.Esa violencia civil ha ido perdiendo intensidad progresivamente. En principio a partir que han sido detenidos muchos de los participantes –pero también en la medida que los propios vecinos se han vuelto en contra de las “guarimbas”, ya que estas se desarrollan sobre todo en las urbanizaciones de clase media con mayoría de votantes de la oposición, quienes son los más perjudicados por las acciones violentas– esa “violencia civil” mantiene entonces la tendencia a disminuir.Si a eso agregamos las conversaciones de paz iniciadas por el gobierno, que han logrado sentar a dialogar a una parte de la oposición (sobre todo a los empresarios a quienes la situación les duele en el bolsillo) y el gran apoyo internacional recibido sobre todo por los países latinoamericanos (la OEA decidió en votación de 29 a 3 el respaldo al gobierno venezolano y la UNASUR no sólo dio su respaldo unánime –incluido el de los gobiernos de derecha del continente– sino que envió a Caracas a una delegación de alto nivel –integrada por casi todos sus cancilleres– para apoyar las conversaciones de paz); la violencia ha quedado totalmente aislada y disminuida, a pesar de la “ayuda” recibida por los medios corporativos que la han invisibilizado o han distorsionado su origen a nivel internacional.
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