jueves, 3 de abril de 2014

De la violencia civil al terrorismo.

La respuesta de los “factores ocultos” que promueven y dirigen la violencia en Venezuela ha sido sorprendente: incrementar el nivel de los ataques hasta una nueva etapa. En un conversatorio realizado en el Complejo Cultural del Estado Vargas organizado por Barómetro Internacional, algunos de sus participantes analizaban con gran preocupación el nuevo nivel al cual están llegando los hechos violentos en el país. Se decía que ni aún en las peores dictaduras habidas en el Cono Sur (Brasil, Uruguay, Chile, Argentina) se habían dado las formas de violencia que se están presentando en la Venezuela de hoy. Un par de días antes, el mismo día del incendio provocado en el parque nacional del Ávila que destruyó dos subestaciones de electricidad y que dejó a grandes zonas de Caracas sin energía eléctrica durante varias horas, en una conversación con otros analistas nos preguntábamos ¿Y ahora que sigue, carros-bomba?

No tenemos ningún empacho entonces en describir los sucesos como terrorismo,

¿de qué otra manera pueden clasificarse los siguientes hechos?:

1) La quema y destrucción de camiones de transporte de alimentos y combustible

2) El incendio de recintos universitarios (con saldo en el caso de la Universidad Bolivariana de la completa pérdida de sus instalaciones) 3) La destrucción física y/o incendio de locales públicos tanto de instituciones estatales como privadas. 4) El incendio y total destrucción del piso artificial recién instalado de una locación deportiva en el Sur del país. 5) La destrucción de cientos de hectáreas del Parque Nacional Guaraira Repano del Ávila, con un incendio destinado a destruir dos subestaciones eléctricas de CORPOELECT

6) El envenenamiento en Valencia de un lago desde el cual se surte a la población del agua potable

7) La utilización de francotiradores utilizando rifles de precisión para proteger las barricadas (sistematizados sobre todo en el Estado Táchira, concretamente en la “zona liberada” de su capital), quienes han sido responsables de un alto porcentaje de los 39 muertos registrados desde que comenzara la violencia (hecho probado por los peritajes balísticos).

8) El allanamiento de arsenales que abastecen la violencia, algunos de ellos hasta con explosivo C-4 de uso militar, o con lo encontrado en la residencia del padre de una actriz de televisión, un taller de producción de silenciadores para rifle y rellenado de cápsulas de proyectiles de alto poder (que fuera descubierto a raíz de la intercepción de una llamada de teléfono de un ex periodista de RCTV intentando comprar silenciadores y al cual se le ofertaba el “juguete completo”.)

9) La detención de participantes en la violencia entrenados en el exterior (algunos en lugares tan exóticos como la Europa del Este) o requeridos por la INTERPOL.Mientras estamos escribiendo estas líneas nos muestran en Internet, a través de la red Zello (utilizada por la violencia para sus comunicaciones) la publicación de un Manual de Operaciones Insurreccionales, que entre otras cosas explica cómo utilizar a los perros callejeros para convertirlos en portadores de bombas y material incendiario (una técnica que la CIA utilizó al principio de la Revolución Cubana para quemar los plantíos de caña de azúcar).

Todo nos indica entonces que estamos entrando en una nueva fase del proceso de desestabilización: la violencia terrorista que no tiene ninguna intención política o de protesta, cuyo único objetivo consiste en sembrar el terror en la población, Lo más grave de todo esto es, no solo que estos actos inevitablemente llevan a la muerte de ciudadanos inocentes, sino que son muy difíciles de combatir ya que actúan en la total clandestinidad, y son originados por profesionales entrenados. Por más labor de inteligencia que se utilice, los gobiernos (y las poblaciones que los sufren) se encuentran bastante inermes ante ellos. Los mejores servicios de inteligencia del planeta logran escasos resultados en la prevención de estos sucesos. Sin el ánimo de producir zozobra, lo que parece venir en el futuro inmediato –en la medida que esta absurda y desenfrenada estrategia de desestabilización mantenga estas características– es que tendremos que estar dispuestos a resistir nuevas agresiones. Corresponde prepararnos colectivamente para enfrentar esta nueva fase de la guerra que nos han declarado (a todos los venezolanos sin importar su posición política).

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