Desde hace 14 años, en Venezuela, se ha instaurado un proceso político y económico alternativo de
inclusión social que ha desafiado los parámetros establecidos, por los centros
de poder imperial, para la continuidad del capitalismo depredador.
La
revolución bolivariana ha significado en muchos sentidos el despegue de la
amarga noche neoliberal, pero por sobre todas las cosas, en el ámbito
internacional, ha generado la posibilidad de reagrupamiento y la revalorización
de las naciones portadoras de las diferentes fuentes de energía que mueven al
mundo. Con la revolución bolivariana la
OPEP, que estaba en vías de extinción, resucit{O y con ella
la accesibilidad a mayores ingresos por renta internacional para los países
productores.
Desde
Venezuela se articuló un proceso de entendimiento con los países del mundo y
fundamentalmente de la región desde los conceptos “multicentrico” y
“pluripolar” que trascienden los acuerdos meramente económicos para afrontar la
crisis internacional del capitalismo, posicionando una relación contrahegemónica
a las alternativas neocolonialistas contemporáneas como el ALCA y los TLC.
Chávez
y la revolución bolivariana volvieron a poner sobre el escenario internacional,
luego del fracaso de la experiencia socialista soviética en el siglo XX, la contradicción
Capitalismo–Socialismo, con una visión renovada, dialécticamente fortalecida
desde la experiencia de los pueblos oprimidos poseedores de las riquezas
naturales. La estrategia de “complementariedad” impulsada desde la política
exterior del gobierno del presidente Chávez, con sus respectivos acuerdos
económicos, políticos y sociales, abrió la oportunidad para que los gobiernos con
menores capacidades industriales o energéticas, pudieran afrontar la crisis
internacional, con el menor impacto negativo posible sobre la dignidad de sus
pueblos.
Esta
realidad bolivariana, con el correr de los años se ha vuelto una referencia
peligrosa para los centros de poder tradicionales, generando un paradigma
irreconciliable con el desarrollo estratégico del capitalismo neoliberal y su
proceso de concentración de riquezas y acumulación de capital.
Desde
los inicios del proceso revolucionario la derecha trató de abortar su
continuidad en el gobierno. Militó fervorosamente contra la aprobación de la
constitución de 1999. A
dos años de gobierno protagonizó un golpe de estado con apoyo extranjero y
organizó un golpe económico mediante la paralización de la producción en la
empresa petrolera PDVSA. En el 2004 organizó un referendo revocatorio contra el
presidente Hugo Rafael Chávez Frías y para las elecciones del 2005 se retiran
de las mismas tratando de provocar una crisis institucional.
Muchos
de estos acontecimientos tuvieron una cuota de sangre popular, pero hubo
intentos temerarios para derrocar a la revolución que por una efectiva labor de
inteligencia pudieron abortarse, evitando un genocidio. Entre ellos podemos citar los acontecimientos
en torno a la quinta “Daktari” en el año 2004. Hecho que no podemos dejar de
recordar, dadas las características del plan que viene denunciando el político
y periodista José Vicente Rangel en contra del gobierno revolucionario y de la
persona del presidente Nicolás Maduro.
En
el trabajo “La invasión paramilitar,
operación Daktari” de los investigadores Luis Britto García y Miguel ángel
Pérez Pirella[i]
se recogen una serie de evidencias que adquieren plena vigencia a la hora de
evaluar las informaciones que arrojan las actuales investigaciones sobre una
posible desestabilización en marcha. Cabe
recordar que a este episodio se llega después del Golpe Fascista y del Paro
Petrolero y en el marco investigativo aparecen dos figuras que cobran vigencia en la actualidad. Los aviones F16 y los paramilitares
colombianos.
En
aquella oportunidad, como se recoge en el trabajo mencionado, en una reunión de
los conspiradores, se le pregunta a un oficial de la Guardia Nacional ¿por qué traer paramilitares? Y un
comandante de la Guardia
Nacional, teniente coronel, respondió que «había que usar paramilitares colombianos
porque, primero, no eran venezolanos, y segundo, esos no iban a mirar para
atrás para disparar, no iban a tener ningún remordimiento de conciencia y a
ellos lo que les interesaba era cobrar, así que era más eficiente usarlos que
usar tropas venezolanas que iban a tener problemas de conciencia, que no iban a
querer atacar a sus compañeros».
En
cuanto a los aviones F16 [ii] cabe
mencionar que estos son los aviones que operaban muchos de los oficiales de
aviación en la “Cuarta República” que hoy están en el exterior y que son los
que operan los países ligados a las operaciones desestabilizadoras planeadas
desde Estados Unidos, y que, como también se menciona en el libro que
recomendamos, se habrían intentado utilizar para asesinar al presidente Chávez
cuando se realizara un Aló Presidente y
cuando se concretara la operación Daktari. (anexo página 89 del citado
libro).
Desde
1999 el proceso bolivariano tuvo que enfrentar distintos acontecimientos
desestabilizadores y provocaciones de todo tipo, pero el momento de mayor
fragilidad devino con el fallecimiento del comandante presidente Hugo Chávez
Frías, nunca antes como ahora los enemigos de la revolución se han sentido tan confiados en poder
terminar con nuestro proceso de cambio y están dispuestos a todo.
Como
hemos podido apreciar en estos últimos meses la situación nacional e
internacional ha tomado ribetes significativos en el marco de la acción
desestabilizadora de la derecha. Los intentos de descalificación a la
investidura presidencial del compañero Nicolás Maduro y a las instituciones del
estado han generado una serie de desencuentros fundamentalmente con gobiernos
que participan de acuerdos como la
UNASUR y CELAC y que también forman parte del agrupamiento
que lidera Estados Unidos para ganar influencia en la región. Influencia perdida
a manos del comandante Chávez en aquella jornada memorable de Mar del Plata,
Argentina, cuando el ALCA quedo enterrado y que al parecer el imperialismo
quiere resucitar a como dé lugar.
¿Cómo se enmarca todo esto en la
filosofía hemisférica de Estados Unidos?
El
imperialismo, como siempre, se ha plegado al argumento subversivo de la derecha
venezolana, con declaraciones
provocativas e irresponsable de manos de las voceras Roberta Jacobson y
últimamente Samantha Power[iii]
apuntalando ala derecha venezolana que ha acudido una vez más a EE.UU para
desarrollar sus planes en una mancomunión ideológica y política funcional. Esta
unión goza de un lugar privilegiado para la ejecución de los planes del Comando
Sur de los EUA, que ve como “socios”
a los genuflexos opositores venezolanos
La “Misión del Comando Sur” es entre otras cosas:
“Realizar operaciones militares y
promover la cooperación de seguridad para lograr los objetivos estratégicos de
Estados Unidos”. La “Visión 2016”,
“organización inter-agencial conjunta y líder que procura asegurar la
seguridad, fomentar la estabilidad y facilitar la prosperidad en las Américas”, desde su criterio colonialista y en el marco para el futuro, caracteriza “La definición oficial de la estrategia del
Departamento de Defensa es “una idea o un conjunto de ideas prudentes para
emplear los instrumentos del poder nacional en forma sincronizada e integrada,
con el fin de alcanzar los objetivos del teatro de operaciones, nacionales y /
o multinacionales”.
Para
“CUMPLIR LA PROMESA: 2016” plantea: Debemos
trabajar juntos, como socios, para hacer realidad la “promesa” de prosperidad
futura de nuestro hemisferio compartido. El éxito en el año 2016 depende de la
creación de un ambiente de seguridad hemisférica que nos incluya y nos beneficie
a todos. En el caso particular de
Colombia, según consta en el “Acuerdo
complementario para la
Cooperación y Asistencia Técnica en Defensa y Seguridad entre
los Gobiernos de la
República de Colombia y de los Estados Unidos de América” del 03/11/2009, ser “socios” significa
generar las facilidades operacionales para el despliegue de esta estrategia
continental,y se materializa de la siguiente manera.
Artículo IV
Acceso, uso y propiedad de las instalaciones y ubicaciones
convenidas
1.
El Gobierno de Colombia, de
conformidad con su legislación interna, cooperará con los Estados Unidos, para
llevar a cabo actividadesmutuamente acordadas en el marco del presente Acuerdo
y continuará permitiendo el acceso y uso a las instalaciones de la Base Aérea Germán Olano
Moreno, Palanquero; la Base
Aérea Alberto Pawells Rodríguez, Malambo; el Fuerte Militar
de Tolemaida, Nilo; el Fuerte Militar Larandia, Florencia; la Base Aérea Capitán Luis
Fernando Gómez Niño, Apíay; la
Base Naval ARC Bolívar en Cartagena; y la Base Naval ARC Málaga
en Bahía Málaga; y permitiendo el acceso y uso de las demás instalaciones y
ubicaciones en que convengan las Partes o sus Partes Operativas. Para tal fin, las Partes Operativas
establecerán un mecanismo de coordinación para autorizar el número y categoría
de las personas (personal de los Estados Unidos, contratistas de los Estados
Unidos, empleados de los contratistas de los Estados Unidos y observadores
aéreos) y el tipo y la cantidad de equipos que no excederá la capacidad de las
instalaciones y ubicaciones convenidas.
2.
Si
bien se ha discutido mucho sobre la tal presencia norteamericana en Colombia y
sus planes reales, lo concreto es que el acuerdo existe, la identificación
estratégica del gobierno colombiano con las políticas de EUA es apreciable y la
instalación tecnológica permitida por el mismo al Comando Sur, también consta
en el acuerdo citado y constituye una base material para que las denuncias que
están en proceso de investigación tengan asidero.
“Para poner en
práctica las disposiciones de los numerales 1, 2, 3 y 4 del presente artículo,
las Partes, a través de sus Partes Operativas, tienen la intención de suscribir
uno o más acuerdos de implementación en los cuales se establecerán los
protocolos de seguridad y los términos y condiciones para el acceso a dichas
instalaciones y ubicaciones, así como a los edificios, las estructuras
inamovibles y los montajes construidos por los Estados Unidos para su uso”.
Es
por ello, que ante tanta impunidad y ante la gravedad de las investigaciones en
curso, el gobierno bolivariano deba tomar medidas de resguardo preventivas,
como lo ha manifestado el presidente Nicolás Maduro al anunciar el despliegue
en todo el país del sistema antiaéreo más poderoso del mundo[iv].
Algunos
escépticos, pierden la dimensión política de las evidencias ante la magnitud de
los hechos y piensan que nada va a ocurrir, pero desde adentro y desde fuera
del país, hay quienes trabajan denodadamente para que este proceso se acabe…. “Bajo el lema “Que se vayan todos”,
el periodista Leocenis García junto a otros venezolanos han venido
promoviendo una gira nacional llamando al pueblo a activar el poder
Constituyente. “En un mes empezamos la recolección, viene un cambio desde abajo
hacia arriba, con el pueblo, con los partidos, con los independientes, con los
estudiantes, con los campesinos, con todos” dijo.
Asimismo, agregó que “basados en los artículos 347, 348 y 349 de la Constitución se puede
convocar con el 15 % del Registro Electoral Permanente, unas 2 millones 800 mil
firmas, una Asamblea
Nacional Constituyente que puede transformar el Estado, es decir, destituir a
todas las actuales autoridades, y devolver la Constitución a su
origen aprobado en Referéndum en 1999, lo cual elimina la enmienda y reelección
indefinida metida por el Gobierno en su momento” [v]. ¿Cómo se articulan estas acciones que se vienen llevando a cabo
desde la oposición con el accionar del Departamento de Estado norteamericano?
Wikileaks, el sitio que difundió millones de telegramas internos del Departamento
de Estado, nos ilustra de como el ex embajador estadounidense en Venezuela,
William Brownfield, reveló cómo su país alimentó la oposición a Hugo Chávez con
ideas y millones. El telegrama, enviado
desde la embajada de EE.UU. en Caracas en noviembre de 2006, detalla cómo
docenas de organizaciones no gubernamentales recibían financiamiento del
gobierno norteamericano por intermedio de la USAID y de la Oficina de Iniciativas de Transición (Office of
TransitionInitiatives –OTI–). Este operativo incluyó a “más de 300 organizaciones de la sociedad civil venezolana”, que
iban desde defensores de los discapacitados hasta programas educativos.
En apariencia, esos programas tenían objetivos
humanitarios, pero el propio embajador Brownfield detalló los objetivos reales
de esas inversiones: “La infiltración en la
base política de Chávez… la división del chavismo… la protección de los
intereses vitales de EE.UU… y el aislamiento internacional de Chávez”,
agregando que el “objetivo estratégico”
de desarrollar “organizaciones de la
sociedad civil alineadas con la oposición representa la mayor parte del trabajo
de USAID/OTI en Venezuela”.
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