martes, 18 de junio de 2013

La oposición venezolana, los paramilitares y las elecciones de Diciembre.



En distintos artículos, desde hace ya mucho tiempo, venimos coincidiendo con  varios comunicadores sociales en que hay un plan en marcha para terminar con la revolución. Esto no comprende solamente la caída del gobierno, sino también el arrasar con cualquier referencia simbólica que alimente la posibilidad de estructurar una resistencia en torno a ella.

Para que esto ocurra se necesita de la concurrencia de distintos factores y fenómenos que se articulen en un momento dado y posibiliten el desenlace, lo cual no puede ser de otra forma que de manera violenta.

“Salir de Chávez”, es mucho más que un deseo o una consigna expresada en diversas formas, pues para la oposición y el enemigo multinacional, “El Comandante” sigue vivo en su obra y su impronta política, por eso, “Salir de Chávez” es pretender quebrar un fenómeno socio-histórico apuntalado por la relación Líder -Masa más extraordinaria que  haya conocido la historia de Venezuela y es intentar modificar o aniquilar una política nacional e internacional que cambió los paradigmas previstos desde los centros de poder para una nación latinoamericana portadora de uno de los recursos naturales indispensables para la reproducción del capitalismo.

No es antojadizo, ni mesiánico apuntalar la hipótesis de la confrontación violenta por parte de los factores de oposición fascista, representantes de los intereses imperialistas multinacionales, pues desde el inicio del proceso revolucionario la revolución bolivariana ha sido puesta a prueba y año tras año la violencia opositora se ha materializado con su saldo de heridos y muertos.

Nuevamente, en lo que va del año, las fuerzas de seguridad venezolanas han capturado paramilitares dentro del territorio nacional y no se trata de una circunstancia casual o como plantea el inefable Capriles Radonski “Forman parte de las locuras con las que tenemos que lidiar quienes queremos un cambio en el país, son los típicos trapos rojos, las típicas cortinas de humo”,[i] haciéndose el distraído, (por no decir otra cosa) de cuando él participo en el golpe de estado de abril de 2002 y los francotiradores apostados en el Hotel Edén, montados por sus “compañeritos de causa” eran paramilitares colombianos, detenidos, registrados, y liberados de la DISIP por Ovidio Poggioli Pérez[ii], en el breve tiempo en el que usurparon el gobierno.

En 14 años de revolución, esta simbiosis “oposición venezolana-paramilitares-Oligarquía colombiana” no nos es extraña, como tampoco que siempre aparezca el gobierno de EUA, en alguna de sus versiones, involucrado en este intento continuo y perverso de querer borrar del mapa a la Revolución Bolivariana.

Cada año que pasa vemos como los sectores violentos modifican y perfeccionan su accionar y aparecen tácticas y herramientas diferenciadas en su afán  desestabilizador. Venezuela es sin lugar a duda un laboratorio de la teoría de la GBI (Guerra de Baja Intensidad) en el cual se desarrollan diferentes estrategias conspirativas, como nos ilustra el profesor Pavel Rondón, en su muy buen artículo “Guerra de III y IV Generación”   publicado en el CORREO DEL ORINOCO el miércoles 17 de Abril de 2013, en el cual nos dice:

“La guarimba se modifica, combinando elementos de guerras de III y IV generación, así fue este lunes, actuaron en todo el país, atacando sedes del PSUV, CDI y otros.

Eso supone una organización previa como: determinar los objetivos, conocer vías de acceso, si tienen protección; entrenar en manejo de armas y de bombas incendiarias y fragmentarias; camuflajes y otras previsiones. Esas son técnicas de formas de guerra irregular, de III generación.”

Alguien financia, alguien entrena y alguien recluta.

En este marco ¿cómo se ubica?, ¿cómo encaja la participación electoral de la oposición fascista?

Como un parapeto, como una caja de resonancias mediática, desde la cual  desprestigiar a las instituciones de la nación y generar una imagen distorsionada de la realidad con discursos demagógicos e insidiosos que contribuyan a minar el pie de fuerza que tiene la revolución en el seno de las masas populares.

Como una herramienta para generar una correlación de fuerza que cubra con un manto de “legitimidad” su accionar violento.

Después de una férrea campaña de desprestigio al CNE (Consejo Nacional Electoral), tanto a nivel nacional como internacional, como también de la investidura del presidente Nicolás Maduro al que catalogan de “ilegitimo e ilegal” ya que caracterizan que su designación es producto de un “fraude electoral” realizado en las pasadas elecciones del 14 de abril, la oposición venezolana se apresta a participar en las elecciones municipales que se realizaran el 8 de diciembre en todo el país.

¿Qué motivación puede tener la oposición para participar de las elecciones si juran y perjuran que son víctimas de maniobras fraudulentas?

Obviamente, tendrán una respuesta elaborada desde su retórica democratista, pero nada tendrá que ver con sus verdaderas y veladas intenciones que son las que se manifiestan en la vida cotidiana, fuera del escenario electoral.

Vemos con el correr de los meses como aparecen nuevos elementos de “lucha de calle” instigados por la oposición y coincidimos con el gobernador del estado Anzoátegui y ex ministro de educación Aristóbulo Istúriz, cuando al hablar del paro universitario plantea “Los métodos de lucha tienen que ver con estrategias de la oposición” y agrega “lo primero que tienen que hacer los dirigentes es mantener su planteamiento en el plano reivindicativo, en la medida que eso se vincule, se utilice y se preste como un elemento desestabilizador dentro de los planes de la oposición, el conflicto no va a encontrar salida”[iii].

En este contexto el dirigente de Voluntad Popular  Leopoldo López manifiesta a la prensa “el día de ayer el CNE formalmente convocó a las elecciones el 8 de diciembre, nosotros ratificamos que ese es un camino que hay que recorrer, vamos a las elecciones, claro que hay que votar, pero debemos dejar muy claros que aunque hay que transitar este camino, eso no es suficiente”   y afirma “No es suficiente porque la crisis que está planteada hoy en Venezuela requiere que nos activemos en todos los terrenos” .

Estas declaraciones, que se pueden interpretar como un mensaje subliminal, como esas cosas que se deben leer “entre líneas”, me hacen pensar; los hechos violentos ocurridos después de las elecciones del 14 de abril y que generaran más de diez muertos, heridos, y una situación de caos momentáneo, ¿no habrán sido un ensayo, una práctica, una puesta en escena de un plan desestabilizador más ambiciosos?

¿Qué ocurriría si en las elecciones del próximo 8 de diciembre, la oposición que viene con resultados a su favor del 14 de abril pasado en muchas partes del país, especialmente el algunos estados como Mérida, Táchira, Zulia, Carabobo, Falcón o Nueva Esparta, perdiera a manos del oficialismo?, ¿se repetirían a gran escala los sucesos violentos de abril al volver con la cantaleta del fraude?, y si ganaran en la mayoría de las capitales de los estados ¿esto no significaría un pie de fuerza para una escalada mayor de violencia dentro de sus planes desestabilizadores?

La oposición está hegemonizada por sectores fascista y hasta el momento el resto no se ha distanciado de la política que ellos plantean, es más le han servido de comparsa.

Las últimas novedades sobre las detenciones de paramilitares, el nuevo incidente con Colombia y la denuncia transmitida por el periodista José Vicente Rangel sobre una presunta compra de aviones de guerra a Estados Unidos por gente ligada a la oposición venezolana[iv], configuran un cuadro preocupante que no debe ser menospreciado a la hora de tejer posibles escenarios en la vida política de Venezuela.

Es nuestro deber y nuestra responsabilidad estar vigilantes ante las maniobras de estos profesionales de la mentira y la manipulación y tomar conciencia de que más allá de nuestras diferencias, encuentros y desencuentros en el campo revolucionario, el enemigo es el enemigo, viene por la Patria y viene por Nuestro Futuro.

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