jueves, 6 de junio de 2013

La oposición venezolana y los desafíos del PSUV

La oposición venezolana actúa generalmente con un irrespeto por la realidad y la memoria que es inimaginable, es su forma de hacer política y de generar consensos de apoyo para su causa. Esto es tan así que pasan de ser fascistas y reaccionarios a ser defensores de los derechos humanos, de ser golpistas a ser fervorosos demócratas, y de ser victimarios a víctimas en un dos por tres.
Esta confrontación entre la verdad y la mentira es cotidiana y se libra en los multimedios de información, lugar en el cual la oposición goza de ingentes recursos para manipular la percepción que la gente pueda tener  de los hechos y fenómenos de la realidad.

Si hay algo que no puede prestarse a duda es que la oposición venezolana tiene un objetivo fundamental y es salir del proceso bolivariano a como dé lugar y al costo que sea.

En estos intentos, han utilizado, como diríamos desde el marxismo, todas las formas de lucha, y es evidente que en algunos frentes, con el correr del tiempo han obtenido resultados positivos para su causa.

En estas últimas elecciones, han minado nuestra influencia electoral, haciendo que una parte importante del electorado votara por la percepción de la realidad que ha generado la derecha, y digo esto porque en ningún momento esta, ha presentado un programa honesto y constructivo desde su visión de país, que supere el proyecto integracionista y solidario del chavismo y se ha dedicado a desprestigiar y deformar tanto la acción de gobierno como los datos de la realidad para mostrar una visión sesgada de la misma.

Han apostado a minar la solidaridad popular inoculando el germen del fascismo entre los sectores medios y populares, atacando la presencia y labor de ciudadanos extranjeros en nuestro país y las relaciones que mantenemos con gobiernos que están en condiciones desiguales frente a nosotros en materia de hidrocarburos, generando hechos de violencia que podrían haber conducido a una confrontación de características dramáticas.

Han propiciado la posibilidad de generar una ruptura en la cadena de mando dentro de las fuerzas armadas, y estimulado escenarios para el enfrentamiento entre ellas, y de ellas con el pueblo.

Han apostado al desprestigio de las instituciones de nuestra revolución entre los países aliados en las distintas estructuras internacionales en las que hemos llegado a diferentes niveles de acuerdo, y entre las potencias del mundo tratando de ganar voluntades para una intervención militar extranjera que derroque al gobierno del presidente Maduro.

En esta última semana su objetivo ha sido minar la confianza entre los militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela y los partidos aliados del Gran Polo Patriótico, con la presentación de un video de dudosa factura y del cual se encargará la justicia para determinar los niveles de responsabilidad que se desprendan de su análisis.

Obviamente desde la desaparición física del comandante Chávez, el terreno político se ha visto conmovido de una manera inimaginable y el enemigo se ha envalentonado apoyándose en nuestras debilidades y errores para tratar de acceder al poder.

Su apetencia inescrupulosa, lo lleva a envestir de cualquier manera cual fiera salvaje y en nuestro caso, como toreros que conocen su faena, nos vemos obligados a enfrentar esos embates de manera hábil e inteligente tratando de que la bestia no impacte en nuestra humanidad.

Esta revolución tiene y ha tenido características muy particulares y fenómenos que la han distinguido de otras experiencias tanto nacionales como internacionales, de una manera esencial. La presencia fundamental del comandante Chávez y su relación con el pueblo, su cosmovisión revolucionaria, su agudeza política y su don de mando han marcado este proyecto definitivamente.

Nuestro desafío es poder construir hacia adelante sin que el acumulado de fuerza conseguido estalle como un volcán en erupción en un proceso reactivo al enfrentar al imperialismo o al enfrentar nuestras propias contradicciones.

Creo que para poder salir airosos en este momento de recomposición y reencuentro, es indispensable abrir los canales de la reflexión política dentro de las filas del partido y marchar a un proceso de consolidación de manera orgánica que nos permita abordar de esta forma los desafíos que se nos presentaran en el corto y mediano plazo.

Entiendo que hay una transición impostergable y es la que nos lleva desde la inteligencia carismática del líder a la inteligencia social y colectiva.

Como gobierno, tenemos que afrontar los desafíos de saldar tanto la deuda externa como la deuda interna, el crecimiento de la economía, el combate a la inflación, al contrabando y a la especulación, y la reconversión industrial del país para mantener un sistema de inclusión social y cumplir los objetivos del “Programa de la Patria”.

Como partido, tenemos que saldar la deuda de una profunda discusión política que nos permita asimilar la ausencia física del comandante de la revolución y reconocernos como sujetos de un proceso revolucionario vivo y pujante que requiere de nuestro concurso para seguir profundizándose.

La unidad no se decreta, se construye cada día y para tener un partido unido y consolidado debemos construir una subjetividad que nos lleve a reconocernos el uno en el otro a través de nuestro compromiso y fervor revolucionarios. De esta manera podremos hacer realidad la frase que dice “Chávez Somos Todos”.

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